Hay dos conceptos en el mundo del perro que se usan de forma habitual dando lugar, en ocasiones, a confusión: adiestramiento y educación. Los dos son necesarios, pero responden a naturalezas y objetivos diferentes. Comprender la diferencia y de qué manera se complementan es fundamental para cualquiera que conviva con un perro o esté pensando en realizar un curso de educación canina, ya que esto nos ayudará a construir un perro equilibrado y a ofrecerle una vida y una convivencia digna.
1. Adiestramiento
Podríamos decir que el adiestramiento se basa en enseñar al perro una serie de ejercicios y comportamientos que faciliten una buena convivencia, como venir cuando le llamo, no tirar de correa en el paseo, quedarse quieto a la orden, sentarse, tumbarse, etc.
Mediante una serie de técnicas y procesos, el objetivo es aportar al perro unas herramientas que le permitan tener un comportamiento adecuado en un entorno humano.
Un perro adiestrado sabe lo que se espera de él, lo que lo convierte en un individuo más seguro. También seremos capaces de prevenir conflictos y mejorar la comunicación mediante unas bases que nos permitan entendernos.
Por otro lado, la instrucción de conductas o ejercicios mediante comandos carece de una relación emocional sólida. En ocasiones, la convivencia podría ser muy mecánica.

2. Educación
Cuando hablamos de educación, nos referimos a enseñar al perro a gestionar sus emociones, la frustración, a convivir y adaptarse a cualquier condición social, independientemente de los estímulos externos.
La educación busca un equilibrio emocional, centrándose en lo que el perro es y en cómo se siente, en pro de una buena conexión con su guía, que le permita una convivencia tranquila y segura.
Al igual que el adiestramiento no significa la imposición por la fuerza, la educación no significa permitir que el perro haga lo que quiera.
La educación busca comunicar, desde la técnica, la constancia y la paciencia.
Se busca el equilibrio entre la disciplina y la motivación.
3. Jerarquía
Un concepto mal interpretado, tanto por el desconocimiento como por los positivistas extremistas.
La jerarquía es totalmente necesaria dentro de la naturaleza del perro, ya que es la única interpretación social que reconoce, como descendiente del lobo. Esto no tiene nada que ver con una autoridad rígida ni con castigos, sino con una estructura social clara.
Los perros necesitan saber cuál es el rol que ocupa cada individuo dentro de su manada. Esto les da claridad, estabilidad y confianza.
Un perro sin referencias jerárquicas claras puede convertirse en un individuo inseguro, sufrir de estrés o fomentar miedos y agresividad. El perro necesita un guía que marque el camino en su vida, con claridad, coherencia y afecto.
Para realizar nuestro liderazgo en la jerarquía, basta con tomar la delantera en la toma de decisiones, establecer protocolos y rutinas, así como trabajar los pequeños detalles.
No se trata de intimidación ni de fuerza, se trata de ser coherente, disciplinado, constante y paciente. Establecer prioridades y gestionar los diferentes recursos.
El perro mejorará su convivencia gracias a una buena estructura diaria, sintiéndose más relajado y seguro, y disfrutando más de su día a día.
4. Dos caras, mismo equilibrio
Como consecuencia del desconocimiento social, podemos escuchar comentarios erróneos donde la educación y el adiestramiento chocan de cara.
Tanto la jerarquía como la educación tienen un punto común: el equilibrio. Sin equilibrio no hay nada.
La dirección y la estabilidad van a venir de la mano de una buena jerarquía, mientras que el vínculo y la confianza tendrán su origen en una buena educación.
La verdadera armonía es la suma de ambas equilibradas.
Un perro necesita tener un líder, como también necesita saber que puede confiar en él.
Cuando no hay una estructura, el afecto no sirve por sí mismo. Es importante que el guía sea un referente para el perro, aportando límites con coherencia y tranquilidad, así como normas desde el respeto y la empatía.

5. Educar con adiestramiento, adiestrar con educación
No se trata de elegir entre libertad o jerarquía, ni entre educar o adiestrar.
Se trata de crear una relación coherente y sólida, donde ambos conceptos estén integrados.
Se puede educar con estructura así como adiestrar con emociones o sentimientos.
No debemos ser permisivos, pero sí cariñosos; como tampoco necesitamos ser duros, pero sí firmes.
Si somos capaces de lograr ese equilibrio, tendremos un perro obediente que además confiará en nosotros.
Es ahí donde encontraremos una auténtica convivencia.
Si te interesa aprender a aplicar estas ideas con tu propio perro, un curso de educación canina puede ser el punto de partida ideal para comprender su comportamiento y mejorar vuestra comunicación día a día.
En resumen
Construimos comportamientos mediante el adiestramiento.
Construimos vínculos mediante la educación.
Creamos seguridad a través de una buena jerarquía.
Si combinamos bien estos tres pilares, tendremos perros felices y equilibrados, a la vez que conectados con nosotros.
Porque no se trata de tener un perro que cumpla órdenes, se trata de que nuestro compañero quiera compartir su vida con nosotros, sintiéndose seguro a nuestro lado.
Si estás interesado en nuestro curso de agility o nuestro curso de educación canina en el que aprenderás a cómo educar a tu perro y vives cerca de nuestras instalaciones (en poblaciones como Bilbao, Barakaldo, Getxo, Santurtzi, Portugalete, Basauri, Leioa, Galdakao, Sestao, Erandio) no dejes de visitarnos.
¡Estaremos encantados de atenderte!








