Llegamos al final de otro año y podemos contarlo, daremos gracias por ello.
Se me ocurren tantas cosas de las que hablar, tantas cosas que decir….
Hablar de experiencias vividas, de personas, de sentimientos, de sensaciones, de propósitos y despropósitos…
Algo así como un momento de reflexión, una pequeña parada en esta carrera vertiginosa a la que llamamos vida. Un coger aire para mirarnos al espejo, mirar nuestro interior, mirar a nuestro alrededor…
Tal vez mi deseo vaya por ahí, sí, este año será así.
Voy a desear que todos seamos capaces de hacer ese alto y aprender a encontrarnos y a mejorar. Aprender a sonreír más, ilusionarnos con los pequeños detalles, alegrarnos por las cosas buenas que suceden a quienes nos rodean, disfrutar de los rayos de sol tras días de lluvia y del calor humano los días que llueve, disfrutar de la grandeza de la naturaleza, de nuestros sentidos, de un paseo con nuestros perros, de su mirada, de un café con una charla relajada…
Aprender a crecer como personas, limpiar nuestra alma, ofrecernos a la vida con un corazón puro.
Voy a desear que aprendamos a hacer lo más importante en la vida, sonreír todos los días. Un día que no sonríes, es un día perdido. Y no hay nada más grande que el bienestar de una sonrisa que nace desde dentro, desde la bondad, la humildad y la conexión con la vida misma, una vida en la que estamos todos.
Voy a desear que aprendamos a amar sin publicarlo, a perder aceptando la derrota como aprendizaje, a ganar con humildad, a luchar con dignidad, a creer en nosotros mismos, a aceptarnos…
Voy a desear que aprendamos de los niños y de los perros, son nuestros mejores maestros en esta vida que hemos elegido. Tienen tanto para enseñarnos… tenemos tanto que aprender de ellos…
Felices fiestas a todos.
Y para el 2025, que seamos capaces de crecer como individuos, pues la suma hará mejor la sociedad. Esa que dejamos a nuestros hijos…
Pedro Martínez