Seguro que has escuchado un montón de opiniones sobre el uso de la pelota con el perro, unas aconsejándola y otras hablando mal de ella. Consideremos algunos puntos para que puedas sacar tu propia conclusión.
¿Bueno o malo?
Las herramientas de trabajo, en general, no son buenas ni malas, simplemente se pueden utilizar bien o se pueden utilizar mal. Este concepto es aplicable a cualquier herramienta. En el caso de la pelota puede ser un elemento de motivación, pero también una fuente de problemas físicos y mentales. En un curso de educación canina, aprenderás a diferenciar estas situaciones y a usarla correctamente.
Deporte de alto riesgo
Puede sonar exagerado, pero realmente jugar con la pelota se puede convertir en un deporte de alto riesgo. Frenadas en seco, saltos descontrolados o carreras explosivas, pueden desencadenar problemas en articulaciones o columna.
Deporte y calentamiento
Imagínate hacer deporte sin calentar: pesas, running, sin duda el riesgo de una lesión se multiplica exponencialmente. Cuando un perro ve una pelota arranca dando su 100% aumentando el riesgo de lesión. Un calentamiento que conste de un paseo, unos giros controlados, un trote evolutivo, prepara las articulaciones y los músculos para el esfuerzo. Debes tratar a tu perro como un atleta.
Trayectorias y dónde cae
Si lanzamos la pelota en línea recta y con fuerza, el perro iniciará una carrera intensa que terminará en un frenazo brusco, arriesgando uñas, almohadillas, tendones y articulaciones. También debemos considerar dónde cae la pelota, evitando zonas donde pueda haber objetos con los que tropezar o resbalarse, incluso cortarse. Tampoco debemos lanzar la pelota hacia sitios como una carretera, donde haya otros perros, donde estén jugando niños o paseando personas.
Superficies peligrosas
Debemos ser prudentes y elegir bien la superficie donde jugaremos con nuestro perro. Trabajar sobre asfalto puede desgarrar uñas o almohadillas, trabajar en suelos deslizantes puede causar graves lesiones internas. Los mejores suelos son los de tierra o arena compacta o césped. Aun así, vigilaremos que no haya agujeros, piedras, raíces ni otros elementos que pudieran dañar al perro.
Tamaño de la pelota
Debemos elegir el tamaño de pelota adecuado para nuestro perro, ya que una pelota muy pequeña se le podría atascar en la garganta y provocar una asfixia. Elige bien el tamaño, incluso la textura. Piensa que cuando tienes las manos húmedas, sujetas mejor una pelota de tenis que una de pin pon resbaladiza.
Solo conmigo
El perro debe entender que la pelota no es suya ni puede jugar con ella cuando quiera, debe entender que es tuya, como elemento de vuestra relación. Tú decides cuándo aparece, cómo se utiliza y cuándo se guarda y termina el juego. Debemos hacer hincapié en evitar las obsesiones y mantener el valor de la herramienta como pieza clave en la relación perro – guía.
Instinto y obsesiones
La gran mayoría de perros se vuelve obsesivos con la pelota, sobre todo las razas pastores o los más activos. Llega un momento en el que no piensan, entran en bucle persiguiéndola una y otra vez, ignorando a otros perros y personas, el propio entorno, incluso a ti. Si esto te pasa con tu perro, ha llegado el momento de cambiar de actividad y guardar la pelota.
Herramienta de valor
Si nosotros somos capaces de controlarla, e insistimos en que es muy difícil, se puede convertir en una herramienta de refuerzo de muy alto valor. Bien utilizada, nos puede ayudar a modelar conductas o mantener el foco de atención en ciertas situaciones o escenarios.
Conclusión
Las herramientas no son ni buenas ni malas, todo depende de cómo se utilicen. En el caso de la pelota pasa exactamente lo mismo. Podemos utilizarla bien, con moderación y en sesiones espaciadas y controladas, obteniendo un beneficio en el perro. O podemos usarla indiscriminadamente y sin control alguno, y perjudicar al perro física y mentalmente.
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